En este tiempo que Dios nos ofrece para entrar en Su misterio de Amor a la humanidad, tenemos la gran oportunidad de aprovecharlo para entrar en nosotros mismos, revisar nuestra vida en la presencia de Dios, contemplar todo lo que ha hecho y hace por nuestra salvación y agradecer tanta bondad y misericordia.
Hoy, sábado santo, día de silencio y oración, de contemplación, de espera del Resucitado, nos encontramos con la Madre Dolorosa. Ella estuvo firme al pie de la Cruz. Madre e Hijo, unidos para la Redención del mundo, con la mirada fija en el Padre con un SÍ, acogen el dolor y el sufrimiento, las lágrimas y la cruz, para que no nos perdamos sino que tengamos vida eterna.
Contemplemos, pues, en silencio, este misterio de Amor y Dolor...
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