miércoles, 14 de noviembre de 2018

Resurrección y Vida



En este mes del año –noviembre- la Iglesia nos invita a recordar a nuestros seres queridos que se han ido a la Casa del Padre, dedicando el día 2 a celebrar la Solemnidad de todos los Fieles Difuntos.

La hermana Muerte –como la llamó el Poverello d’Assisi, San Francisco de Asís- siempre nos sorprende, nos impacta su misterio, nos toca por dentro aunque no lo digamos…

Visitamos los cementerios, lugares sagrados donde reposan los restos de quienes se nos han adelantado, de los que ya se mudaron. Hay silencio, paz, quietud… O debería haberla… Las cruces, crucifijos, imágenes de santos, dan un hálito de trascendencia que nos embarga y seduce.
Sin embargo, la profanación de muchas tumbas refleja el sinsentido en que viven muchos…,  el vacío de Dios…, la falta de respeto a la Vida que ahí se preanuncia, al Misterio que llega a lo más hondo, al querer amoroso de familiares que dejan ahí sus lágrimas y plegarias…

Hace apenas unos días, profanaron y extrajeron los restos de algunas de nuestras hermanitas en un cementerio municipal de este país. En la capital sucedió lo mismo meses atrás. Estos hechos nos golpean el alma.
La desidia, la indiferencia, la anarquía, se proclaman vencedoras en esta tierra de nadie… Sabemos que esos viles actos no tienen la última respuesta.

En este mes, mes de la Vida, se nos han ido dos hermanitas: Ana Dominga y María Élida. Su entrega, su vida gastada día a día al servicio de las más pobres, vidas consagradas a Dios y a ellos, vivirán para siempre…

En cada resto, en cada hueso, en cada ceniza, en cada grano de polvo, vive la esperanza. Tenemos la certeza de que resucitaremos a la Vida eterna. Aunque sigan atacando las fuerzas del mal que un Viernes santo masacraron a Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios, hasta darle muerte, la última palabra la tiene Él: “Yo soy la Resurrección y la Vida; quien cree en Mí, aunque haya muerto, vivirá, y el que vive y cree en Mí no morirá para siempre” (Jn 11,25-26).

Esta imagen de Jesús muerto, sobre la losa del sepulcro, mirando las cruces donde están enterrados sus hermanos, nos habla de Sí mismo: es el grano enterrado que germinó en su Resurrección para darnos la Vida verdadera, la que no se acaba, la que no podrá ser nunca tocada por el mal: ¡Es la BUENA NOTICIA  de la RESURRECCIÓN para ellos y para nosotros!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ser luz hoy...

En este lunes de la XXV semana del tiempo ordinario, ciclo C, la Liturgia nos regala un hermoso texto evangélico, del que resalto esta fra...