sábado, 13 de octubre de 2018

Atrás quedó la caja...

#AtrásQuedóLaCaja

“Una celda es tan solo una caja, una idea es todo un universo” 
(Lorent Saleh)

Sí, Lorent, atrás quedó la caja…
Esa caja que fue tu celda…, caja que no fue capaz de encerrar tus ideas, tus proyectos, tu libertad.
Esa caja que no te permitió disfrutar de un amanecer, del resplandor del sol, de la placidez de la luna…

Esa caja que te enseñó a ser un hombre libre, apegado a lo esencial: la libertad; a tus principios: la honestidad, la verdad, la justicia; a tus amores: tu madre, guerrera indetenible; tus compañeros de lucha y vida; Venezuela, la dama que se lleva el palmarés de tu sacrificio, de tu encierro, de tus noches de insomnio y terror; Dios, a quien fuiste descubriendo a través de la humildad, de dejarte guiar por alguien más sabio que tú en las cosas del Espíritu; en fin, tu corazón fue creciendo en madurez y valentía, en poesía y hondura...

Esa caja que te dejó huellas en el alma, en el cuerpo…, pero no doblegó tu espíritu.

Esa caja que también encerró a tu madre, le causó lágrimas, miedo, incertidumbre… pero no doblegó su espíritu.

Esa caja que aún mantiene cautivos a muchos hermanos, por quienes hay que seguir orando y luchando… Y de una u otra manera, nos quedamos en la caja más grande: Venezuela.
Atrás quedó la caja…  Ahora tienes delante el horizonte de la libertad, que nunca será completa mientras haya otros en ella.

Entre tus primeras frases resonó esta: He podido contemplar el amanecer… Sí, disfruta todos los amaneceres que tendrás en libertad. Hasta ver el amanecer de una nueva Venezuela. Después nos dirás qué sentiste al ver el sol por la ventanilla del avión, la inmensidad que se abría ante tus ojos… Esperamos esa poesía, ese poema…

Los que nos quedamos también queremos tener un nuevo amanecer… Mientras, seguimos aferrados al que todo lo puede: Dios, Padre bueno. Vio las lágrimas de tu madre y escuchó sus suplicas y los ruegos de muchísimos que te llevamos en el corazón. Sabemos que lo que se siembra con lágrimas, produce frutos abundantes. Así nos dice el salmista: “Los que sembraban con lágrimas, cosechan entre cantares” (Sal 126,5).

Hoy cantamos de alegría por tu libertad, pues también amanecimos un poquito más libres.

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